Sunday, November 29, 2015

Iglesia de San Vital de Rávena y la Iglesia de Santa Sofía.


Rávena era la sede del representante del emperador en occidente.

“En el santuario, un panel de mosaico representa a Justiniano, dotado de la púrpura y la diadema imperiales así como el nimbo de un santo cristiano. En su mano sostiene la patena como símbolo de su participación en el sacramento de la misa, llamado Eucaristía en la Iglesia oriental, estaba rodeado por su ejército y religiosos: él gobierna con la espada y con el libro de la Biblia, como emperador romano y como cabeza de la Iglesia. Es el mismo responsable ante Cristo, que está representado en el ábside, entronizado sobre el globo terráqueo  y acompañado por ángeles y santos locales, en el acto de recibir del obispo de Rávena una maqueta de esta misma iglesia como ofrenda.”

Así describe Spiro Kostof a la Iglesia de San Vital de Rávena, donde la figura del emperador es resaltada como representante   de Cristo.








La planta está dispuesta centralizadamente, hay ocho pilares en forma de cuña que sostienen sobre un alto el tambor. Este núcleo está dentro de un segundo octógono, de aproximadamente dos pisos de altura, qué asciende hasta el nivel de la base del tambor, según el autor este es el esquema del martirium, la novedad de San Vital, consiste en contrarrestar el sentido de la elevación con una acentuada direccionalidad longitudinal hacia el ábside, establecida por un atrio de entrada y un presbiterio muy profundo.

La nave central es un espacio luminoso y alto que se prolongaba al corredor circundante, tanto en el nivel bajo como en el superior la galería se divide por núcleos de tríos de arcos.

La técnica constructiva es muy sencilla con ladrillos, y la cúpula, está construida de tubos huecos de terracota unidos, su diseño general está relacionado con la tradición occidental.


De todas maneras tiene cierta dependencia con respecto a Constantinopla en  los fustes y capiteles de columnas importados y por la integración del emperador  en la decoración.


                     Iglesia San Vital de Rávena





Santa Sofía.

La Iglesia está consagrada a Cristo como la Sabiduría Divina.
Kostof la describe:

”(…) la basílica congregacional se fundió con una supersetructura abovedada, pero no se permitió a ninguna de ellas dominar sobre la otra. Los arquitectos Antemio e Isidoro aseguraron el flujo hacia el presbiterio empleando muros pantalla entre la nave central y las laterales y la galería superior (…) la iglesia entra en un sistema magnífico de bóvedas de altura ascendente. Cuatro amplios arcos sostienen por encima de ellos una cúpula central de ladrillo  que está suspendida a unos 50 metros  sobre el suelo.
Su base es una franja de luz conseguida con cuarenta ventanas de medio punto. Al este y al oeste hay semicúpulas más bajas, una de ellas hacia el presbiterio y otra hacia el vestíbulo de entrada. Unos nichos columnados de  dos pisos (…).”



La cúpula de Santa Sofía no se erigió para señalar un objeto de veneración, la idea de coronar con una cúpula, estaba relacionada con la santidad del edificio entero, como una analogía terrena del cielo. No hacía uso de  figuras decorativas.

 Así como en el tiempo de Salomón o David, era Dios  quien se encargaba de la arquitectura.

Un historiador de la corte de Justiniano, Procopius, habla del papel jugado por Dios en la planificación de Santa Sofía:

” Cuando uno entra  en esta iglesia a rezar, entiende de golpe que no ha sido realizada gracias a ningún poder  o habilidad humana, sino que esta obra ha sido tan bellamente labrada por influencia de Dios. Y así su mente se eleva hacia Dios exaltado, sintiendo que El no puede estar lejos, no puede sino fascinarle de un modo especial habitar este lugar que El ha escogido.”



Las columnas, antes empleadas como flexibles árbitros de humanismo arquitectónico, están ahora insertadas en el tapiz de muros. Se ve también absorbido el usuario individual, pues la escala es teocrática y opuesta a la escala humanística  de la arquitectura clásica; la persona se siente transportado por el edificio.



Iglesia realizada en el siglo VI sobre otra anterior de formas paleocristianas occidentales, por los arquitectos Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto, mecenados por Justiniano. Estambul.







PLANTA.

 Toda la construcción se inscribe en un rectángulo al que precede, como es normal en el arte bizantino, un doble nártex.

El interior se encuentra dividido en tres naves, siendo la central de doble anchura que las laterales. Su división se realiza a través de columnas y grandes pilares. El ábside central se encuentra flanqueado por una pareja de ábsides secundarios que vuelven a repetirse en los pies de la iglesia.





ALZADO. 

 Se encuentra en gran parte condicionado a la sujeción de la gran cúpula central. Para su apoyo se crean cuatro parejas de grandes machones sobre los que se alzan las pechinas. Al exterior, estos machones se convertirán en gigantescos contrafuertes.




CUBIERTA. 

Sumamente original, siendo el eje de toda la construcción. El centro se cubre con una gran cúpula semiesférica construida con materiales muy ligeros . Se encuentra dividida por nervios que separan gallones cóncavos (cúpula de gajos), abriéndose en su base una línea de 40 ventanas que consigue hacerla flotar ópticamente sobre el edificio a la vez que lo inunda de luz.





En esta segunda planta se colocan dos tribunas (una para hombres y otra para mujeres) en las que se colocaba el pueblo, que debía intuir las procesiones interiores tras cortinajes de columnas.


Sus apoyos se realizan a través de cuatro  pechinas (triángulos curvos) que apean sobre los cuatro grandes machones que la rodean. Los empujes producidos por estas pechinas  se recogen (hacia los lados largos) por dos grandes arcos de refuerzo que unen los machones en el exterior. En sentido longitudinal, el peso se traslada hacia dos medias cúpulas que se apoyan, a su vez, en las exedras o ábsides laterales.


                                                    Pechinas


Al exterior, sin embargo, toda sensación desaparece, convirtiéndose, con sus refuerzos, en una silueta pesada en la que la cúpula, sin tambor, queda medio oculta por sus sujeciones. Sólo los cuatro minaretes cilíndricos posteriores, cuando el templo fue reconvertido en mezquita, logran aliviar la pesantez.






En cuanto a las naves laterales se cubren con bóvedas de arista. Su participación en el conjunto del templo es bastante secundaria, quedando aisladas (al menos visualmente) de la gran sala central, con lo cual podemos hablar de un espacio centralizado, tal y como decíamos en la planta.




Junto al muro, el otro elemento sustentante son las columnas con capitel trepanado y coronado con cimacio, como es habitual en este arte y que pasará al islámico. 




                                                       


Extraído: Kostof,S. (1998).Historia de la Arquitectura.II. Ed. Alianza. Madrid.

Imágenes:http://seordelbiombo.blogspot.com.uy/2012/09/analisis-y-comentario-de-santa-sofia-de.html

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